Cátedra Miguel Maticorena
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
jueves, julio 05, 2007
Una carta sobre el Inca Garcilaso
La carta está fechada en Córdoba, España, el 6 de mayo de 1605 y la escribe el P. Francisco de Castro, profesor de Retórica en el colegio jesuita de esa ciudad. Está dirigida a don Pedro de Castro ya citado. Desconocemos si existió parentesco entre ambos sacerdotes. A don Pedro le interesaba todo lo que se escribiera sobre su padre tan duramente cuestionado por su actuación en el Perú. Por esta razón, el padre Castro le informa del manuscrito del Inca sobre Vaca de Castro.
En los párrafos iniciales, el jesuita Castro da cuenta que en la redacción de la Historia General el Inca ha llegado a la rebelión de Almagro el Mozo. Dice: "La voluntad y deseo que de servir a Vuestra ilustrísima tengo me da el argumento para esta carta; y es que aquí en Córdoba reside un caballero natural del Cuzco, descendiente de los Reyes del Pirú (sic) que se llama el capitán Garcilaso Inca de la Vega, el cual ha compuesto un muy curioso que él intitula Comentarios Reales del Pirú (sic), donde comenzando del principio que aquel extendido imperio tuvo, ha llegado ya a la rebelión y alzamiento de don Diego de Almagro el mozo".
Lectura del manuscrito
La confianza entre el P. Castro y el Inca ha sido muy subrayada por el Dr. Aurelio Miró Quesada, el más eminente de los garcilasistas. Esto queda confirmado por la carta en la que Castro dice haber leído el manuscrito del Inca y la parte sobre Vaca de Castro: "Aquí cuenta la ida a aquel reyno del señor licenciado Vaca de Castro, padre de Vuestra ilustrísima, y las cosas de inmortal memoria que allá hizo en servicio de su rey; cuando yo la leí, por habérmelas comunicado su autor, recibí extraordinario gusto y juzgué que Vuestra señoría ilustrísima le recibirá también si las leyese; díjeselo al capitán Garcilaso, y como pensaba escribir a V.I., suplicándole fuese servido de ver lo que de su padre en esta historia se escribe para que se quitase y añadiese lo que V.S.I. le pareciese ser más conforme a la verdad, como quien tan bien lo sabrá".
Una copia para el Arzobispo
El Inca parece deseaba entrar al cenáculo de escritores y humanistas que rodeaban al Arzobispo. Este reunía y se comunicaba con historiadores que documentaban la llegada del Apóstol Santiago a España. Otro grupo estaba dedicado a la obra de Vaca de Castro en el Perú, figurando escritores como Antonio de Herrera y sobre todo Juan Calvete de Estrella. Fruto de esta reivindicación es el De Rebus Indicis de Calvete. Para limpiar a su padre de las acusaciones que le hicieron, el Arzobispo reunió un archivo y a un grupo de escritores. En el texto que sigue se alude a una impresión que es más bien de La Florida y no los Comentarios.
El P. Castro da cuenta de la aceptación de Garcilaso: "El capitán vido el cielo abierto cuando le dije y comenzó a hacer sacar en limpio de sus borradores la parte de la Historia que esto cuenta, por si V.I. lo quisiese ver, y creo tiene ya buena parte escrita, V. Señoría me mande avisar si gustara de ver estos cuadernos, y porque está ya comenzado a imprimir el libro de los Comentarios dichos, podría ser saliesen este año a luz y sería gran gusto para su autor que saliesen en esta parte según el de V.S.I., a quien Nuestro Señor guarde como puede y su Iglesia ha menester".
El resultado de esta gestión lo resume el Dr. Miró Quesada: "la comunicación debió ser útil porque el texto de Garcilaso elude las críticas comunes a la codicia económica de Vaca de Castro y abunda en expresiones de elogio al buen gobierno" del mismo.
Francisco de Castro
Garcilasistas como el Marqués de Saltillo, Raúl Porras, José Durand y Aurelio Miró Quesada dan cuenta de este personaje. Granadino, profesor de retórica y gramática en Portugal, Sevilla y Córdoba. Fallecido en 1623, Francisco de Castro prestó a Garcilaso una relación sobre los Araucanos y el cuzqueño a Castro le dejó un modelo de librea bordada en el Perú para un desfile de danzantes en Córdoba. Castro firma una de las aprobaciones de la Historia General donde considera el Inca como autor "digno de toda fe" (1613).
El recordado José Durand ha puesto de relieve el respeto que Garcilaso Inca merecía a los humanistas de la ciudad de Córdoba. Uno de estos escritores es Francisco de Castro quien, en 1611, dedica al Inca el libro De Arte Rethorica. Lleva este libro una poesía prologal de Luis de Góngora y Argote. Castro habla de las "historias con la flor de su florido estilo", refiriéndose a Garcilaso.
Por otra parte, don Pedro de Castro y Quiñones dejó honda huella en Granada y Sevilla. Entre sus corresponsales estaban Bernardo de Alderete, también amigo del Inca, Gil González Dávila y Andrés Melgar. El Dr. Francisco Barahona escribió una vida de don Pedro. En el Ramillete Místico, publicado en Granada, le llaman el Ambrosio de Granada, el segundo Isidoro de Sevilla, el segundo Ildefonso de España.
Garcilasismo
Retornando a la carta objeto de este artículo, se ve que el Inca pensaba dar el título de Comentarios Reales también a la segunda parte. El singular interés que el Dr. Aurelio Miró Quesada atribuye a la carta está en que es la primera vez que aparece ese título en texto que no sea el Inca. La epístola ilustra también sobre la redacción de la Historia General del Perú. Se aprecia que Garcilaso había redactado el libro III y comenzaba el cuarto (Miró Quesada ob. cit. 175, 250). La gobernación de Vaca de Castro aparece en los capítulos 11-19 del libro tercero. En este último anuncia que en la parte siguiente, sobre Gonzalo Pizarro, se basará en cronistas españoles y recuerdos personales. Esta facilidad hace suponer que hacia mayo de 1604, fecha de la carta, podría encontrarse la redacción de la obra por el libro sexto. Otra cuestión de cierto interés es que el P. Castro dice Pirú y no Perú. En fin, vemos al Inca buscando el favor del Arzobispo de Granada y también vinculado a los sabios escritores de Córdoba. No es la imagen del Inca acomplejado por su nacimiento o su mestizaje, en esa Andalucía raigalmente mestiza.
(*) Publicado en el Suplemento Dominical del diario El Comercio, el 26/04/1992