Cátedra Miguel Maticorena

Homenaje a la trayectoria académica de Miguel Maticorena Estrada,
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

martes, febrero 26, 2008

La caída del Imperio Incaico
Un dato de Atahualpa

Por Miguel Maticorena Estrada


En la tarde del 16 de Noviembre de 1532 el Inca Atahualpa cayó en la trampa que le había puesto Pizarro en Cajamarca. La tragedia revela la increíble fragilidad del Estado y la Iglesia ante el empuje de no menos de 200 invasores. Más que de la valentía, Cajamarca es el triunfo de la audacia y la astucia maquiavélica. Como se ha dicho se enfrentaron dos mentalidades una que confía en la cantidad y otra en la pequeña técnica, individualismo y gregarismo. Abrió una herida en la memoria colectiva que aún se recuerda y conmueve ahora cuando vemos la representación del Apu Inca. Es la representación teatral de la muerte del Inca, que se realiza en el Perú, Ecuador y Bolivia. El presente ensayo procura conjuntar nuevos y antiguos argumentos y apuntamos la necesidad de investigar los factores estructurales que han sido señalados por varios autores.

La lectura de Raúl Porras

En toda la bibliografía del tema el más completo y actual es el ensayo (1935) de Raúl Porras en el libro Pizarro, Lima 1978. Es el texto base leído por casi todos los escritores y también uno de los más plagiados en forma escandalosa. Raúl Porras resume las causas inmediatas del suceso de Cajamarca, también señala factores más amplios que realmente aluden a estructuras del Imperio. Sin usar esta palabra señala instituciones económicas, sociales, mentalidades, por ejemplo la importancia entonces de la aparición de la propiedad privada. Esto nos hace recordar la interpretación de Arnold Toynbee con su teoría del “proletariado interno” y la minoría dominante. En forma que habría que discutir Toynbee cree que antes se habría producido “el colapso” del Incario y Cajamarca sería el último incidente de la declinación.

En las causas de Cajamarca Raúl Porras descarta el providencialismo de las dos partes. También deja de lado la presencia de los caballos. Creemos, por nuestra parte, que el pánico de la multitud comenzó con la embestida estruendosa de las bestias coincidente con sólo dos tiros del cañoncillo. Descarta también la imagen de la valentía de unos y la cobardía de otros. No olvida la sugerencia sobre el colaboracionismo en el Perú y en Quito.

Maizavilca o Ciquinchara en Piura

Porras es el primero en señalar la importancia del cacique que fue como espía de Atahualpa a Poechos, río Chira, Sullana, Piura. Unos les llaman Maizavilca, Betanzos dice Ciquinchara, editado por Maricarmen Martín Rubio. Vio que los caballos no eran carnívoros, comían hierba y por tanto no eran feroces. Practicó el uso de la espada y otros detalles de la milicia y la estrategia. Raúl Porras dice que “perturbó el criterio de Atahualpa” al darle una visión empequeñecida de los invasores. Esto lo confirman algunos cronistas como Jerez: “Te mintió”.

Atahualpa embriagado en la cita con Pizarro

Otro detalle es la decadente vida moral de la élite, ganada por fiestas, diversiones y el licor. El viejo Baco de Huayna Capac se decía que se “emborrachaba por sus vasallos”. Asombroso resulta otro texto de Juan de Betanzos: Atahualpa llegó embriagado a la cita con Pizarro el 16 de Noviembre. Dice así el cronista que “se embriagó”, repite que “iba embriagado”, “bien tomado en la bebida” y aún “en las andas pidió de beber”; reitera, cómo “el inca estaba embriagado” y “no hizo miramiento ninguno” cuando hacían tambalear el anda de oro, hasta que lo bajó Pizarro. Se sabe que los dignatarios después del almuerzo se dedicaban a beber. En Caxas (Piura) vieron cómo las Acllas fabricaban chicha.

Una de las cuestiones no aclaradas hasta ahora es la falta de reacción de los cuarenta mil acompañantes del Inca en Cajamarca. Es un factor que siguiendo a Baudin sorprende a Vargas Llosa. Esta inacción se enmarca en la tesis liberal del excesivo estatismo que anuló la capacidad de reacción individual. Pedro Pizarro dice que “Se embarazaron, se cortaron”. Betanzos agrega “sin que los del Inca los resistiesen (a los españoles) ninguna cosa y como ellos viesen la cosa tan súpita y no vista, tal como en sus días, quedaron tan atónitos los indios que sin se defender viendo la gran matanza que en ellos se hacía procuraron de huir” y derribaron la pared de la plaza de Cajamarca. La reacción antiespañola se iniciará en 1536 y el glorioso Estado de Vilcabamba.

El Inca se levantó en el anda

Hernando Pizarro dice que Atahualpa “Levantóse en las andas y habló a su gente y hubo murmullos entre ellos, llamando a la gente que traía las armas”. Otros textos dicen que “se enhiestó”, “se levantó” en el anda. Raúl Porras recoge textos coincidentes: sacados de las Informaciones de Servicios en el Archivo General de Indias. Son testigos presenciales. El testigo Francisco de Fuentes dice: “Vió este testigo como se alzó (el Inca) en las andas en que estaba e comenzó a dar voces y llamar a su gente”. Melchor Verdugo declara “El dicho Atabalica se enhiestó en las andas en que venía e que le pareció a este testigo que llamaba a su gente contra los dichos españoles”. Alonso de Toro: “Atabalica se enhiestó en unas andas en que le traían e hablo a los indios que con el venían en su lengua”.

Otro testigo presencial Francisco de Almendras afirma “Vió este testigo que del aposento donde estaba que el dicho Atabalica estaba airado en las andas donde estaba e que así había murmullo entre los indios”. El testigo García Martín indica que Atahuallpa “Volvió la cabeza atrás e comenzó a llamar su gente”. El testigo Lucas Martínez Vegazo dice: “Vido este testigo que el dicho Atabalica se inhiestó sobre las andas volviendo el rostro atrás airado y dio voces hacia su gente hablándoles en su lengua” (R. Porras, La actitud de Atahuallpa, en Diego de Trujillo: Relación del descubrimiento del Reyno del Perú, p. 103).

Recogemos estos textos porque coinciden con el momento culminante de la dramática tarde de Cajamarca ¿Acaso se levantó para ordenar un ataque? ¿Por qué no dio orden para atacar enseguida? ¿La bebida le incapacitó para dar orden de ataque inmediato? No afirmo ni niego pero el detalle es imprescindible para ver la actitud indecisa del Inca. Parece que el tumulto apagó la voz de Atahualpa. Es posible que la inacción de los andinos se debe a que, como dice Betanzos, quedaron “atónitos”, acaso pasmados. Y sin una orden que esperaba la multitud. Desde luego es discutible todo esto pero conviene completar el cuadro de esa tarde.

Una observación del cronista López de Gómara

Francisco López de Gómara no fue un testigo presencial. Escribió hacía 1552. Se informó de muchos testigos y cronistas como Agustín de Zárate y Polo de Ondegardo. Con Zárate y el cronista Juan Páez de Castro seguramente conversaron de los sucesos del Perú. No fue testigo pero es uno de los cronista más perspicaces y curiosos. Y precisamente describe el suceso de Cajamarca. Dice Gómara: “Entró en el tambo de Cajamarca ... alzose en pie y dijo (el Inca) ‘Estos rendidos están’... como estaba alto (en el anda) no alcanzaba... viendo esto Pizarro le echo mano del vestido y lo derribó que fue rematar la pelea. No hubo indio que pelease... No pelearon porque no le fue mandado, ni se hizo la señal que concertaron para ello, si fuese menester, con el grandísimo rebato y sobresalto que les dieron, o porque se cortaron todos, de puro miedo y ruido que hicieron a un mismo tiempo las trompetas, los arcabuces y artillería y los caballos, que llevaban pretales de cascabeleas para espantarlos. Con este ruido... huyeron (los andinos) sin preocuparse de su Rey... Rumiñahui huyó también cuando vió derribado de la torre al que le tenía que hacer señal ”.

Como se ve en el texto el Inca se alzó en la litera pero el cronista dice que no hubo señal para el ataque. Vino el caos y quedó desamparado en Inca (Historia General de las Indias).

Geopolítica, Regionalismo

Más importancia concede Raúl Porras al factor geopolítico y sus consecuencias de regionalismo. Se refiere a la excesiva extensión territorial en inmensas regiones. Pronto se levantaron. Unos contra la dominación incaica, otros contra los abusos espantosos de los atahualpistas. La enormidad territorial es un factor clásico que figura en la caída del Imperio Romano como lo dice E. Gibbon y también M. Rostovsev (Historia Social y Económica del Imperio Romano)

La llamada guerra civil de los Incas lleva a Porras a subrayar el error de Huayna Capac. Uno al no precisar los términos de la sucesión. Otro por no prever la ruptura norte- sur. Propicia otra metrópolis en Tumibamba, rival de la capital sagrada del Cuzco. “Cuzqueños y quiteños ya no forman una sola nación” dice; “La conquista de Quito es la pérdida del Tahuantinsuyo” agrega Porras. La antigua pax incaica estaba corroída el descontento social contra la élite militar y clero dominantes y por el odio norte-sur. Subrayamos la profunda crisis producida por la lucha entre la élite militar y sacerdotal. Era por el predominio político y con esto acaparar la mayor cantidad de tierras, producción, tributos y honores.

Larvado feudalismo

Como decimos, Raúl Porras no menciona la palabra estructura pero de hecho la señala con relación a la economía y la sociedad. Señala la propiedad individual y privada introducida en una sociedad colectivista, con la herencia o con el usufructo permanente de los lotes. Recoge un precioso texto de Fernández de Oviedo no visto por los comentaristas: “la gente de guerra tiene muy sojuzgada a los que son labradores o gente de campo que entienden la agricultura”. Este valioso texto es una de las definiciones que los medievalistas, como Don Luis García Valdeavellano, dan del feudalismo. Una minoría militar y sacerdotal sobre la mayoría campesina.

Como definición general del Imperio Inca autores antiguos como Horacio H. Urteaga e incluso John Murra, sólo en su primera etapa, recurrieron a la caracterización de feudalismo. Raúl Porras no menciona esta palabra pero leyendo con atención se sobreentiende, no que el Incario sea una sociedad feudal, sino que se encaminaba a esa etapa. Esto nos lleva a indicar que la base de esa sociedad feudal sería la propiedad privada y la herencia. Era acaparada por los magnates que por donación del Inca recortaban las tierras de la comunidad (Como un estímulo para seguir luchando hizo donación de tierras a los militares). Esto aumentaba la obligación de los hatunruna para trabajarlas. Algunos hablan incluso de esclavismo. Por supuesto provocaba gran descontento que se sumaba al político por las conquistas. Como una curiosidad resulta que este larvado feudalismo se haría realidad después con las “encomiendas” del virreinato.

Hacia una reinterpretación

El tema de la caída del Imperio Incaico aún está esperando una interpretación más completa. Los factores inmediatos explican la captura de la persona del glorioso Inca. Con él se viene abajo la fachada del Cuerpo Político que personificaba. Es la increíble fragilidad del gigantesco edificio originada por la lucha interna política y social. Para explicar esta fragilidad hay que recurrir a las estructuras económica, social y de mentalidades. Desde 1990 hemos sostenido la tesis de incompleta cohesión del Imperio y la gran fragilidad del Estado. Recuérdese que la máxima expansión del Imperio no pasó de una centuria. Usando la expresión de A. Piganiol sobre la caída del Imperio Romano, en el Perú hubo suicidio y homicidio, o sea factores internos y externos.

Fuentes: M. Maticorena: La caída de Imperio, en Solertia, n° 1, 1990; Antonio del Busto Pizarro, t. II, 2001 (Señala el factor sorpresa en la captura del Inca); también textos de María Rostworoski: Historia del Tahuantinsuyo, IEP 1995; Waldemar Espinoza: La destrucción del Imperio de los Incas, 1973; La caída del Tahuantinsuyo y la Resistencia Inca, en Alma Mater (UNMSM) n° 6, 1993, p. 23-40 (Pone de relieve el colaboracionismo y otros factores); Edmundo Guillén: La Guerra de la Reconquista Inka, 1994 (Aporta nuevos datos); Virgilio Roel: Cultura peruana e Historia de los Incas (Procura una interpretación político – social); Luis Guzmán Palomino: Los Incas Hurin Contra Hanan y la Guerra de Panakas, 1997 (Acentúa el las contradicciones entre las panakas y abre insospechas perspectivas); John Hemming: La Conquista de los Incas, FCE México 1982; Medardo Purizaga: El Rescate de Atahuallpa; Juan Dejo: Atahuallpa (libro bien documentado); Javier Lozano Yalico: El Ocaso del los Imperios Americanos, en El Peruano (es el primer autor peruano que establece la comparación entre la caída de los Incas y Aztecas). Galo Ramón, Andrés Guerrero y Celso Fiallo, Debate Sobre la Cultura Andina (La caída del Imperio Inca), en Nariz del Diablo, n° 7 Quito, p. 63-71


11:28 a.m.

3 Comentarios:

El texto del doctor Maticorena es muy gratificante, aunque me sorprende esta afirmación: "La tragedia revela la increíble fragilidad del Estado y la Iglesia ante el empuje de no menos de 200 invasores". Me parece que se refieren al Estado Inca, pero qué relación tuvo la Iglesia con el Estado Inca? en los sucesos de Cajamarca? Otra. Sorprende también la utilización del nombre del Perú en esta cita “Usando la expresión de A. Piganiol sobre la caída del Imperio Romano, en el Perú hubo suicidio y homicidio, o sea factores internos y externos”. Entiendo el simil, pero no el contexto. El Perú existe en la mente de los españoles que llegaron a estas tierras con la empresa de la conquista., empresa de características muy particulares y propias de la época: empresa espiritual y empresa económica. La una es impensable sin la otra. El Perú no existía en la mente de Atahualpa y tampoco en quienes le acompañaban.
Blogger Walter Guerrero, at 7:17 p.m.  
Un factor que el sr. Marticorena no toma en cuenta, para la nula reacción de la gente para salir en defensa de Atahualpa en Cajamarca, es el hecho de que la elite de Cusco no aceptaba a Atahualpa como su legítimo inca. La razón, el inca no era hijo de Cusco, había nacido en Quito.
Los demás detalles son anecdóticos, como que el inca llegó ébrio a la cita de Cajamarca. La investigación historica no debería sostenerse en rumores sin ningún fundamento ni rigor, ni menos en los dichos de testigos españoles poco confiables. Además de no aportar nada a esclarecer el meollo del asunto, se hace aparecer al inca como un borracho sorprendido por un contingente pequeño de atacantes, de los cuales ningún autor supone que también fueron ebrios al encuentro. Sabido es, que los los españoles eran dados a la bebida y a las borracheras.
Creo que más cerca de esclarecer las razones de la caída del imperio incaico, está dado por las contradicciones internas y las disputas entre la nobleza orejona que luego realizaron matrimonios de conveniencia con muchos de los españoles que asesinaron al inca Atahualpa. Logrando por esta vía mantener sus títulos y posesiónes. La tragédia de la conquista española no fue "padecida" por los antiguos nobles y señores de Cusco, solo por los campesinos y gentes "plebeyas". Pero en un afán de mitificar la cultura inca, este factor es obviado por los investigadores de dicha era, y se prefiere culpar de la caída del imperio incaico, por ejemplo a un intérprete: Felipillo. Es decir el hilo se corta por lo más delgado. Y lo sorprendente es que los autores siguen hasta hoy acusando al pobre interprete de ser el culpable de la muerte de Atahualpa, cosa que llega a ser divertida si no fuera porque esta acusación permite a los verdaderos conspiradores contra el inca, ocultar sus rostros frente a la historia.
Anonymous Anónimo, at 2:01 p.m.  
No está considerado el que los españoles eran considerados hasta ese momento enviados de Wiracocha y los truenos de los cañones eran el sonido del trueno,Illapu el segundo dios en el panteón Inca. El día del asalto en Cajamarca, los guardias de Atahualpa eran diezmados mientras sostenían el anda de su jefe, y eran reemplazados inmediatamente para no dejar caer el anda. Es como si alienígenos combatieran hoy día contra nuestras tropas. Lean "Nuevas Revelaciones sobre los Incas" en Amazon.
Anonymous Wilfred Blummer, at 11:47 a.m.  

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